viernes, 22 de mayo de 2015

Del metro al fofisano

Leyendo las gilipolloces que nos encontramos a diario en internet hoy me ha dejado ojiplático y engorilao una que paso a comentaros.

Leo todo tipo de prensa y revistas, corazón, actualidad, historia, economía, moda e incluso cosas menos serias como algún periódico, tanto en su versión digital como en papel. Leo hasta las esquelas para sacar la media de edad de los fallecidos, y utilizar este dato como referencia vital. La noticia de la que quiero hablaros hoy, va sobre tendencias masculinas, sufrimientos, sacrificios y gilipolloces que los humanos realizamos en nuestro afán por superarnos  a nosotros mismos.

El género masculino de un tiempo a esta parte, está sometido a una presión bestial a todos los niveles, en lo económico,  sexual, familiar y estético.
Hemos de ser varones perfectos en todos los campos, en el laboral con los resultados; en el familiar con los hijos, la casa y tu compañera; en el sentimental, románticos, corteses y cariñosos; y en el estético unos auténticos dandys.  Aquel que no cumpla con alguno de estos preceptos está  jodido y es claro aspirante al ingreso en Los Cartujos o a la práctica onanística. Y en la carrera para conseguir estos objetivos nos hemos tenido que machacar  en esos templos de cristales, máquinas y barritas energéticas llamados gimnasios.
Y digo nos hemos, porque yo también he ido a un gimnasio, he tenido que pasar por el duro trance de pasear mi cuerpo aspirante a rechoncho por entre bíceps, tríceps y algún Sudden Spinosaurus, usuario de gimnasio que por el color de su camiseta marcalotodo y su aroma corporal, es fácilmente identificable. Y todas estas horas de aparatos, pesas y cintas transportadoras de grasa, para lo único que han servido, es para convertir cuerpos rechonchos en fenotipos botijo, sobrados de tronco y escasos de cabeza. Los más avispas optasteis por la cánula extractora de grasa abdominal, adiós por la vía rápida a esos bocatas de chopedd  y a las Mahou fresquitas.

Pero no bastaba con tener un cuerpo fibroso, había que tenerlo limpio de polvo y paja. Y eso conllevaba dejarse los dineros para quitarse esos cuatro pelos gorileros. Había que pasar por el agradable y lacrimógeno momento de la cera caliente o el láser chamuscador. Desforestando zonas de flora protegida, como el muñeco o también llamado pene, o la zona donde la espalda pierde su musical nombre.
Luego con el tema dietas hemos sufrido lo que no está escrito, sometidos a los dictados de la alcachofa, el cucurucho, la Dukan, la macrobiótica, y los mas pijos con la dieta “Hamptons”. Y después de toda esta enumeración de torturas, que harían las delicias del Torquemada de turno, me pregunto ¿Y para qué?

Para que ahora venga una listilla americana y nos diga que las mujeres se sienten atraídas por los hombres más naturales y humanos. Ahora el perfil del hombre ideal se acerca al que tiene el señor DiCaprio, el hombre fofisano. El hombre objetivo sexual, el yerno que toda suegra querría tener, el grey que todas anheláis, ha de ser “fofisano” o lo que es lo mismo, un hombre sin los abdominales marcados. A estas alturas de la entrada muchos estaréis flipando con la historia y la puta palabreja.

O sea chavalotes, que como tuvimos poco con el Grey, ahora llega el fofisano.  Ahora pídele al cirujano plástico que te reponga la grasa perdida, al depilador que te injerte el matojo rasurado. Como decía el anuncio de la colonia Otelo “Vuelve el hombre”.
Ese hombre torrente, de pelambrera salvaje, barriga cervecera, palillo en ristre, palomino gayumbero etiqueta negra, cerco Eau Sauvage y hálito cebollino.

¡Por Dios!...Resultamos ya cansinos con tanta etiqueta, que si metrosexuales, lumbersexuales, hipsters, y ahora el fofisano. Dejemos que cada uno vaya como quiera. Si te gusta la barba, lleva barba; si eres feliz haciendo de tabla cortadora con tus abdominales, no te cortes; si con tu panza cervecera te sientes bien, auméntala; si te gusta el chandal, úsalo,  pero por favor sólo para hacer deporte. Y que no te amarguen la vida cuatro estrellas hollywoodienses, redactores de revistas de sala de espera o blogueros toca huevos. Como decía Oscar Wilde. ¿qué es la moda? Desde el punto de vista artístico una forma de fealdad tan intolerable que nos vemos obligados a cambiarla cada seis meses.

Sirius&Pichón



6 comentarios:

  1. Divertida entrada. Como bien dices Sirius, la gilipollez y el postureo no tiene limites.

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  2. Lo del tipo botijo es verdad, estoy fijándome en mi novio y es clavadito. Y ahora que hago yo saliendo con un botijo que no enfriá ni el agua. Buena me la habéis preparado.

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  3. Mi novia no deja de mirarme, me dice algo de un botijo. He leído tu entrada y eres un mamón. Voy a cambiar el chandal por unos pantalones rojos, que tanto te gustan a ti. Eres un crack

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  4. Acabo de descubrir que además de alopécico, dormilón y mal estudiante, soy fofisano. Sirius eres un mamón como dice Berto. De todos modos, a mi tripa cervecera la quiero,

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  5. Esa listilla es posible q tenga razón!!! No a todas nos gusta los tíos q van con las camisas / camisetas a reventar, y q tardan en arreglarse mas q nosotras....

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  6. Pues, anda, que si llegas a ser mujer... ya estabas muerto!

    Anyway, me sumo a mi anónima predecesora en los comentarios: vivan los hombres de verdad, coquetos pero hombres. Vivan los pelos y vivan los cuerpos nor-ma-les. Sí, yo soy de las que piensa que lo importante está en la cabeza.

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