Hola amigos. En primer lugar y antes de empezar a escribir sobre asuntos serios, nos gustaría desearles a todos un FELIZ AÑO 2015.
Y ahora sí ¿Qué tal esa cena de Nochevieja? Nos imaginamos que bien. Si siguieron para esta los consejos que les dimos para la de Nochebuena, seguro que la velada terminó como una película de cine de sobremesa de domingo, en la que se casa hasta el apuntador. Si por el contrario, el ambiente fue más bien hostil y toca pelotas, lo sentimos de todos corazón.
Si habéis sido de estos afortunados a los que la crisis no ha llegado y disfrutasteis de una noche de cena y cotillón el algún lugar de la ciudad, que sepáis que lo sentimos también.
Como ya os hemos dicho en alguna ocasión, esta cena junto con la de empresa son la “Cena Perfecta”. Mesas atiborradas de todo, comensales vestidos para la ocasión, cuberteria a estrenar, vajilla buena, servilletas decoradas, copas talladas, especialidades culinarias de todo tipo, mariscos, pescados, carnes. Que además habrá que ventilárselo todo en dos horas, porque a las doce salen los más tontos de la cadena de turno explicando como funciona un reloj, que de seguir así no descarto que acabe siendo de cuarzo. En este festín no apto para todos los públicos, es digno de ver el comportamiento del “Comensalus Depredatus” especie que en estas fechas despliega toda su voracidad y peligro. Empezó su ritual en la de Nochebuena y lo acaba en la de Nochevieja. Estudia la posición sobre el mantel de su presa favorita “la Nephrops norvegicus" o Cigala, así como el movimiento de sus compañeros de mesa. Y así entre juegos y tanteos los platos van cayendo, las tenazas marisqueras echan humo, los platos rebosan de restos. El tiempo pasa y quedan veinte minutos para comer un ligero segundo plato a base de lechazo acompañado de patatas panaderas y ensalada tres sabores. Llegan las doce y los comensales ya no mastican sino que degluten a lo pelícano, almacenando en sus buches aquello que no han podido comer y acabarán más tarde. Uvas preparadas y todos centrados en la televisión y lo que pasa en la Puerta del Sol de Madrid donde se encuentra el reloj de la Casa de Correos. Como ya dijimos, dos famosos elegidos nos indican el camino a seguir para no confundir los cuartos con las medias. Pasan los cuatro cuartos y llegan las doce campanadas, cada una de ellas acompañada de su correspondiente uva y un deseo para el 2015. Se acaban las campanadas y suena el pistoletazo de salida para volver a la gran cena, ahora con los dulces navideños o aquello que no acabamos antes de las doce.
Después del sufrimiento culinario, uvas y brindis de rigor llega la timba. El bingo, las cartas y los programas de televisión pasan a ser los protagonistas de la noche. Y este año pasarán a la historia por su calidad. Por culpa de algo parecido se preparó el motín de Esquilache. Por Dios, qué mierda de programas. Yo empecé a ver uno y me tuvieron que sujetar como a la niña del exorcista. Daba igual la cadena que pinchases, Antena 3, Tele 5. Tanto la calidad de los presentadores como la de los artistas invitados en algunas cadenas provocaba el llanto. El formato ya resulta tedioso, repetitivo y cansino. Hasta los espectadores que llenan las mesas del plató provocan miedo. Hay algunos que lo llevan haciendo desde el año 1968, repitiendo traje, bigote y mujer. Empecé viniendo de chaval y hoy ya estoy prejubilao de Ensidesa, decía uno en un programa. Y lo mismo con los presentadores, hay un tal Ramón García que cuando empezó con la vaquilla tenía su gracia, hoy cada vez que suelta una gracieta suben los precios, baja el Dow Jones y el Nikkei se desploma. Y lo mismo ocurre con Anne Igartiburu (¿era ella?), más amortizada que los Ferrero Rocher y mejor ubicada en un Cine de Barrio que unas campanadas de fin de año.
Esto pasa en la televisión. Hablemos de lo que pasa en los hogares y locales de copas. En estos escenarios es donde se demuestra la valentía y capacidad de aguante del ser humano ante un bingo de tres euros de bote. Ese bingo que con semejante premio y durante hora y media los comensales, hijos, mujeres, nietos, primos y demás familia se lo juegan como si el premio fuese de 50.000 eurazos. Y no podemos olvidarnos de la tan manida y temida Conga. De la que ya se ha hablado hasta la saciedad, hay tratados, fotos, manuales para superar sus secuelas. De todo se ha dicho sobre este ritual de cuerpos en fila haciendo aspavientos con manos y pies. El daño que ha hecho la conga sólo lo saben aquellos que sufren sus secuelas. Cuántos sueños rotos y ridículos hechos de forma gratuita.
Estar de pie campanilleando los cubitos y que de repente te coja un tío por detrás y te grite de forma suave al oído...¡¡COOOOOONGA¡¡...Esto te lo hacen en cualquier otro lugar y día y sin Katana preparas la tercera parte de Kill Bill. Y lo peor de todo es que entrar en una Conga es fácil, lo realmente difícil es salir, como dice Jiménez, es como una secta.
Y así a lo tonto ya tenemos montado el lío, ya sea en casa o en local de fiesta, se comienza a mascar la tragedia, se preparan varias filas de congas, cada una por su derecha, respetando turnos, hasta que llega el típico conguero kamikaze pilotando una conga en dirección contraria y encima mamao. Intentas evitar el coche frontal pero es inevitable. Al final lo que iba a ser una Nochevieja inolvidable se convierte en una pesadilla. Los 300 asistentes a la fiesta del local con aforo para 75 salen ordenadamente, pasando unos por encimas de los otros para facilitar el trabajo de los servicios del 112, que de forma también ordenada pasan por encima de los que han taponado la puerta.
Así amigos transcurren la mayoría de las nocheviejas, tragando a toda velocidad, comiendo uvas y bailando hasta el amanecer. Para terminar, como dijimos al principio, desde Saciedad Limitada nos gustaría que este 2015 no estuviese limitado en nada. Al contrario, nos gustaría que viniese cargado de todo, trabajo, dinero, amor, sexo, risas y muchísima salud. Nosotros con nuestros comentarios esperamos poner ese granito de arena para la consecución de un fin, que no es otro que vuestra dicha y felicidad. Quedaos con esta frase del inmenso Winston Churchill “El optimista ve una oportunidad en toda calamidad. El pesimista, una calamidad en toda oportunidad". Ánimo y a por el 2015.
Sirius&Pichón
Divertida entrada, en la linea de las demás. Coincido con ustedes en el tema conga. Me he reido un rato.
ResponderEliminarYo me lo pase genial en el último cotillón que estuve, fue hace años en el Hotel Riosol. Que recuerdos
ResponderEliminar