Vaya lío está montando la famosa película “Las 50 sombras de Grey”. Está cambiando los hábitos, técnicas y sabidurías amatorias de las marías españolas a una velocidad de vértigo.
No se recordaba nada igual, tal vez la revolución que provocó en la década de los 90 Eva Herzigová con el Wonderbra que hizo desaparecer a los Teleno “anti vicio” y los Belcor “armadura Juana de Arco”.
Sea como fuere, en este país se ha pasado del misionero anual al helicóptero diario
Hace no muchos greys llegabas a tu casa y te encontrabas a la madre de tus hijos esperándote en ese espacio llamado cocina. Ataviada con el delantal del Avecrem y esa sonrisa que la proporcionaba el caldo Maggi Gallina Blanca. En un extraño lenguaje de gritos e improperios te hacia las dos preguntas de rigor, una era la hora de llegar a casa, y la otra, motivos para ese color tintorro peleón de tus mejillas.
Tú haciendo oídos sordos, hacías la cobra y preguntabas evitando quemarla con tu alientazo etílico, por el estado de tu cena. A continuación, te desplazabas hasta el dormitorio, te quitabas la ropa de faena que de forma ordenada tirabas de cualquier manera sobre la cama y te enfundabas en ese pijama de puño-goma Abanderado que tanto daño ha hecho al colectivo masculino alfa. Si la cena aún no estaba preparada, colaborabas en su preparación desde la butaca del salón. Si estaba preparada, te sentabas a la mesa y como un cíbor de primera generación, de los llamados tragadores, deglutías mientras escuchabas al maestro Pedrerol. Una vez acabado el acto volvías a tu sillón para seguir con tu ritual de televisión sin criterio y algún que otro alivio para amenizar musicalmente la velada.
Si eras de los afortunados a los que ese día le tocaba hacer uso del matrimonio, llegabas al dormitorio y en menos que te ponen un cubata en la tasca de las fiestas del pueblo, ya estaba despachado el asunto. Una vez desahogado se daban dos situaciones, el encuentro casi instantáneo con Morfeo o un regreso al sillón para ver la repetición de Barcelona-Betis.
Ahora aquello es historia, como lo fueron la bailarina y el toro de Osborne. La trilogía literaria ya inició la revolución. Era frecuente ver a las madres en los parques, mientras su retoños correteaban, manipular un misterioso libro forrado en papel de periódico, al que se aferraban como Gollum a su anillo.
Mostrando una actitud huidiza y esquiva, con los ojos encharcados en sangre y aferradas a su bolso como la Seisdedos protegiendo su “tesoro”. Ahora la película no ha hecho sino rematar la faena. He leído y escuchado testimonios escalofriantes, de como Manolín, acomodador del cine Goya, el primer día de proyección tuvo que esconderse en un baño para preservar su...De mujeres que no han vuelto a dominar su pelo, ni a llamar a su marido por su nombre. Algunas incluso han solicitado de forma voluntaria su inclusión en el registro de personas que tienen prohibido visionar las 50 sombras de Grey más de 25 veces.
El panorama para muchos hombres es desolador y dantesco, y según los expertos la epidemia no ha hecho más que empezar. Los daños empezarán a ser evidentes en el corto y medio plazo. Las primeros efectos ya se están dejando notar, incremento del caudal del Ebro, incipiente aumento de la actividad sexual en lupanares y polígonos adyacentes a las urbes y preocupante brote de chandalismo masculino.
Ahora llegas a la misma casa de antes y el olor a vela quemada e incienso lo impregna todo, garaje, portal. Conforme llegas a la quinta planta el olor se va haciendo más intenso. Cuando abres la puerta, temiendo que una pandilla de ocupas anti sistema se hayan hecho dueños del edificio, descubres que ya no hay niños, ni delantal, ni cena, ni sillón, tampoco está Pedrerol. El silencio y una senda de velas encendidas que de forma alineada te conducen hasta lo que ayer era tu dormitorio, son los protagonistas. Por un momento, te surge la duda de si por culpa del verdejo y los cubatas, no te habrás confundido al meter el Favorito en el navegador del Toyota.
De entre los humos de las velas emerge una imagen mariana que te hace estremecer. La que hasta ayer era tu pichurrina, cuchicuchi, cariñin, Antonia, hoy es una especie de ninja dominatrix rodeada de todo tipo de objetos de cuero, fusta en mano, red en la cabeza y con una variante de la clásica bata guateada, pero ahora en cuero a lo Gaultier.
Pocos corazones son capaces de soportar una escena como esta sin romper. Ante tal espectáculo los 15 cubatas y los 3 verdejos que te acompañaban a casa se han evaporado. Un temblor de canillas te invade, un frío intenso recorre tu pescuezo. Tu corazón acaba de meter la directa.
Te acercas a la mesita en busca de tu vaso de agua, y te encuentras en su lugar un grupo de cajas con nombres tales como: Retardin, Viagrim, Aumentin y Orgasmin. Y a su lado, un objeto con unas dimensiones que haría enrojecer a la mismísima espada de Luke Skywalker, pero sin luz. Presionas por error su botón y descubres que tiene las mismas revoluciones que la tuneladora de la M30. Ahora pasas del susto al miedo, un ataque de la enfermedad de Graves te pone los ojos en el disparador, ya no son saltones, han salido de sus cuencas y están llamando junto con tu corazón al ascensor.
Esta escena, más propia de una película de Bigas Luna, es la que se está produciendo ahora mismo en la mayoría de los hogares españoles y de medio mundo. El fenómeno ya es imparable.
El otro día salí de copas con dos amigas que leyeron la novela y ahora han visto la película, y se han dado cuenta de una cosa, que en su vida sexual no hay sombras, simplemente es de noche todo el día.
En su intento por revitalizar el asunto, cambiaron los armarios empotrados por armarios sueltos buscando espacio de apoyo para el salto del tigre, na de na; les compraron a sus respectivos una cazadora de aviador, tampoco; si no la acompañas del Helicopter EC-135 Deluxe, te da igual; se han equipado con todo tipo de artilugios de tortura, fustas, correas, bozales, discografía de Georgie Dann y Luis Aguilé, nada. Como último esfuerzo se han comprado toda la colección de la Perla, Victoria Secret y Belcor, de nuevo fracaso. Ante la magnitud de su caso y temiéndome lo peor, hablé con un amigo psicólogo-argentino que después de una breve explicación de 7 horas, me dejo igual que estaba. Me fui al Google y aquí encontré el origen y la posible solución a su problema. Con la lectura del Grey y visionado posterior de la película, con su apartamento, glúteos, helicóptero y esa habitación repleta de trajes, se despertó en ellas un deseo irrefrenable de jaleo de calidad, nada de misioneros, y ante la falta de tal, ha sobrevenido en ellas una “incompatibilidad sexual con sus respectivos” que hasta ahora permanecía latente y ahora se ha hecho patente.
Como ya he dicho, hacia tiempo que no se veía un cambio tan radical de hábitos, y sus consecuencias no han hecho más que empezar. Debemos estar preparados amigos para lo que se nos viene encima. La batalla se prevé dura y larga, en el camino quedarán muchas víctimas, heridos y mutilados. Ahora debemos estar más unidos que nunca contra esta epidemia que pone en peligro la supervivencia de la raza masculina alfa.
Ya no valen los Maserati o Porsche 911, ahora o gastas un buen Helicopter EC-135 Deluxe y su correspondiente arsenal de trajes y juguetes de cuero o estás “dao”. Lo dijo Anais Nin: El erotismo es una de las bases del conocimiento de uno mismo, tan indispensable como la poesía.
Sirius&Pichón