miércoles, 10 de diciembre de 2014

Oh! Dulce Navidad

El otro día recordaba como vestíamos los de mi época cuando éramos niños y hoy hablaré de como vivíamos la Navidad.  Para mi más divertida, entrañable y menos capitalista que la actual.

En el cole nos daban las vacaciones en las mismas fechas, pero el pistoletazo de salida a las fiestas lo ponía el sorteo del Gordo de la Lotería de Navidad. La gente se pasaba toda la mañana con el décimo en la mano esperando a que el niño San Ildefonsino cantase sus números. Un día me explicaron que ese tal Ildefonso es un colegio que cuenta con más de 400 años de historia, centrando su actividad en corregir desigualdades sociales y formando jóvenes. De entre sus alumnos desde el año 1771 se selecciona a los que mejor timbre y pronunciación tienen para cantar las centenas, decenas y unidades de millón.

Otro detalle que marcaba el inicio de las fiestas navideñas, era el encendido de las luces en las calles, bastante más generoso que el actual.  Por aquel entonces Corrupción y Crisis no habían entrado en juego ni diezmado las arcas municipales. Ahora se encienden un poco antes por aquello del estímulo comercial, pero sufragadas por los pobres comerciantes y vecinos. Una vez se encendían las luces, en las casas colocábamos el árbol, a reventar de bolas, sin criterio ni concierto. Luego se montaba el Belén, que al igual que el árbol carecía del sentido estético y de la proporción. Todavía recuerdo aquellas ovejas más altas que el camello de los Reyes, a ese Niño Jesús que en algunos belenes tenía más perímetro craneal que Falete cintura, por no hablar del clásico caganer que aún en cuclillas ocupaba como en Castillo de Herodes.

Ahora que los auténticos amos de la fiesta eran los 3 Reyes Magos, Melchor, Gaspar y Baltasar. Por aquel entonces el Acuerdo de Schengen era un borrador y ni Papa Noel ni Santa Claus habían cruzado el Atlántico ni atravesado los Pirineos. En noviembre empezábamos a escribir la carta, qué cartas, líneas y líneas de pedido, diez hojas con una letra perfectamente legible para que no hubiese lugar a error. Recuerdo que siempre había algún pardillo que pensaba que los Reyes Magos eran los padres, iluso. La televisión de aquel entonces con su inmensa oferta de canales, dos, se llenaba de Navidad. Recuerdo los anuncios de colonias, el de Varón Dandy en su versión Internacional, con la chica mirando por los prismáticos a su Jockey Varón Dandy, ya en frasco pequeño y con caja de verdad. Otro que llamaba la atención sobre todo por la discreción de la chica que lo protagonizaba era "Busco a Jacq's", el olor de este brebaje sólo ha sido superado por el del desodorante que más daño ha hecho a la pituitaria humana, el Axe. Luego estaban los anuncios de comida, el famoso Rodolfo Langostino hoy convertido en quisquilla, los de turrones, el Lobo, la Viuda, el Almendro, con ese pobre hombre que no paraba ni para aún de volver a su casa por Navidad, mira qué ha viajado, más que la Renfe.
Molaban un rato los anuncios de cavas, Codorníu, Freixenet, con sus coreografías de burbujas y burbujas enfundadas en trajes dorados. Y por supuesto, los que se salían eran los anuncios de  juguetes, con las muñecas de Famosa acercándose al portal. Primero los veíamos en la televisión y luego íbamos a los comercios de la época para tocarlos en directo, Barros, Roma 40, Olwo, Almacenes Pallarés. Lo tocábamos todo, el Ibertren, los Madelman, El Excalestric, las Nancys, el CinExim, los Juegos Reunidos Geyper, a la dependienta si se dejaba.
Era la locura. De algunos guardo gratos recuerdos, por ejemplo del CinExim, aquel proyector con películas Disney...¡vaya invento!...nunca conseguí ver una película, ahora que la luz que tenía y el ruido que hacia eran acojonantes. Igual que el Excalestric, disfrutabas en las 750 primeras vueltas, a la 751 acababas como Alonso después de la segunda canción de su ex. Un año me regalaron el Ibertrén, pero sin maqueta, y no es lo mismo, desilusión total. Es el típico juguete que lo ves en la tele y alucinas, cuando lo tienes en casa montado y enchufado te decepciona. Lo metía por debajo del sofá, colocaba desniveles con las cajas del turrón, pero daba igual, aquello resultaba más aburrido que un corto de Bergman.

Luego el ambiente que se respiraba en la calle era especial y distinto al actual. La gente tenía cara de Navidad, de mazapán, de pandereta y zambomba, no era difícil encontrar al típico grupo de amigos que se soltaban y cantaban un Villancico.
Recordáis aquel anuncio del año 1972, en el que un grupo de amigos cantaban bajo un árbol deseando al mundo entero un mensaje de paz. Tal vez sea el mejor anuncio de Navidad que Coca-Cola ha hecho. Ahora el miedo a la SGAE ha provocado que la gente no cante ni en la ducha. Otra cosa típica era ir al cine. Qué mira que había salas y en todas ellas había colas de gente esperando para sacar las entradas.  En todas proyectaban las mismas películas, que se volvían a repetir al año siguiente, que si la Gran Familia, Campeón, La Guerra de las Galaxias, Tiburón. Después del cine venía el paseo por la ciudad, disfrutando de unas castañas o unos churros. Llegaba el día 24 Nochebuena y la cena familiar más especial del año, se preparaba la mesa con la vajilla distinta, la cubertería fina y el mantel de hilo, se colocaban centros de flores y velas y todo ello acompañado de la música navideña del José Feliciano.

Esto eran aquellas Navidades, un tiempo de paz e ilusión, de juegos infantiles y familiares, de momentos disfrutando de una película que ponían por décimo quinta vez, pero nos daba igual. Además a la familia Telerin se la prohibió anunciar la llegada de la hora de ir a la cama y nos podíamos quedar un poquito más. Y así entre belenes, árboles, villancicos y preparativos para la Gran Cena de Nochevieja y la llegada de los Reyes Magos  se pasaban las Navidades.  Decía Dickens sobre la Navidad: Honraré la Navidad en mi corazón y procuraré conservarla durante todo el año. Hagan esto y les garantizo un 2015 excepcional.

Sirius&Pichón



3 comentarios:

  1. La Navidad de hoy es una pantomima y una farsa. Odio cenar con el
    Petardo de mi cuñao, pero tengo que joderme y poner cara de poker. Esa es mi Navidad.

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  2. Yo recuerdo la navidad tal cual la describen ustedes, y tengo buenos recuerdos, la actual es distinta, pero como todo, nos hacemos mayores y nuestra percepción de las cosas cambia.

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  3. Sirius muy tierna la entrada, pero yo necesito más caña de esa que sabes dar tu. Necesito saciedad

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