No lo quería hacer pero no me ha quedado más remedio, por el bienestar mental de todos aquellos que mañana pilotarán aviones, diagnosticarán dolencias, enseñarán en escuelas, torearán en plazas o cobrarán en el Carrefour, voy a hablar de las temidas actuaciones escolares de Navidad.
Acabo de presenciar la actuación navideña de mi hija pequeña y vengo con el corazón partido, como lo tenía Alejandro Sanz, y no precisamente por la profundidad de la letra ni el tono de la melodía. Alguien dijo una vez que para todo hay una edad, jugar a los indios, hacerlo en el coche o ir de tienda de campaña, y yo incorporaría desde ya, las actuaciones navideñas en el colegio.
Puede resultar tierno e incluso divertido ver a un niño de cinco, seis u ocho años cantando un Villancico disfrazado de pastor, con la espontaneidad, la frescura, la chispa y el ingenio propio de esa edad. Pero qué cojones pintan un tío de 12 años con más bigote que Lech Walesa o una cría que le hace sombra a la Pechotes cantando un Villancico y para más inri vestidos de pastores.
Si más que un Villancico parece el show de una Charanga de Cádiz. Y ante un público que engorilao aplaude sin control grabando en la Súper-8 todo lo que se mueve como si fuesen François Traffaut. ¿Pero luego alguien ve estas grabaciones?.
Si más que un Villancico parece el show de una Charanga de Cádiz. Y ante un público que engorilao aplaude sin control grabando en la Súper-8 todo lo que se mueve como si fuesen François Traffaut. ¿Pero luego alguien ve estas grabaciones?.
Hay un tipo de memoria llamada Panorámica donde pasan por la conciencia del individuo, como en una película, todas las experiencias pasadas. Imagínense lo que puede suponer para ese casi adolescente con más pelo que Chewbacca, delante de sus padres, abuelos, esa compañera cañón o la profesora a la que pregunta mirándole al canalillo, cantar un Villancico vestido de pastor. Algo así te puede dejar tonto de salón, cocina y dos habitaciones con baño y aseo, además de bipolar y gilipollas perdido para toda la vida.
Educadores acabemos con esto ya, y así evitaremos a los chicos la dura experiencia de pasar por el test de Rorchach y que sólo vean Villancicos. A estas edades acciones como esta pueden acarrear futuros traumas de muy difícil curación y los Anales de Psiquiatría están llenos de ejemplos. Hannibal Lecter se lo confesó a su psiquiatra antes de macerarlo “Me encantaba hacer de pastorcillo en el colegio”. Enrique Iglesias y Paulina Rubio en estas actuaciones descubrieron que a pesar de sus voces, de mayores serían cantantes, hoy millones de personas en el mundo sufrimos la tortura de sus canciones. No permitamos que nuestros hijos por una actuación navideña de alto riesgo acaben soltando perlas como esta: Perdimos porque no ganamos (Ronaldo. Rey Baltasar cinco años seguidos en su colegio do Río de Janeiro).
Sirius&Pichón
Difiero parcialmente de la entrada. Considero que es bueno que en el colegio se practique otras actividades distintas de las meramente académicas. El teatro es una actividad educativa que aporta un sinfín de beneficios: mejora la expresión corporal, favorece la memoria, la concentración, la oratoria en público (aunque sean solamente padres,hermanos y abuelos) y hace perder el sentido del ridículo algo muy importante y además hace felices a los demás. ¿No están expectantes los abuelos de ver a sus nietos aunque digan una sola frase en toda la función? ¿proponen alguna actividad alternativa a la función de Navidad o consideran que es mejor suprimirla? ¿De verdad creen que hay una edad para todo?
ResponderEliminarCoincido amigo anónimo con usted en algunos aspectos de su comentario. Nunca he estado en contra de que la gente se manifieste de la forma que sea, oralmente o a través de la escritura como lo estamos haciendo usted y yo ahora. El teatro me parece desde un punto de vista didáctico fundamental como técnica pedagógica para el desarrollo de cualidades de expresión y comunicación de los alumnos, sobre todo en la habilidad de comunicar. Por este motivo veo necesario que el teatro se imparta como asignatura, al igual que la música, asignaturas importantes para el desarrollo intelectual y humano del individuo. Y que se impartan de una forma seria y no como “marías”.
EliminarCon respecto al tema actuaciones de Navidad, con mi respuesta a sus preguntas le quedará claro el por qué de mi entrada. El formato es lo obsoleto desde mi punto de vista. Me parece ideal que los niños pequeñitos salgan a cantar. Vestidos de lo que sea, a ellos les gusta disfrazarse y a los padres y abuelos verlos. Para los mayores de 1º y 2 de la ESO existen otras formas de expresión. Por ejemplo, si estamos en Navidad podrían cantar un villancico, pero no como lo hacen ahora. Podrían hacerlo a la puerta del colegio o en el patio, al lado de un gran árbol de Navidad. Incluso podrían incorporarse los pequeños y docentes, un poco a lo anuncio de CocaCola de la Navidad de 1972. Me parece querido amigo un acto más bonito, entrañable y además público, que podrían disfrutarlo padres, abuelos y todo aquel que pasase por el lugar.
Y para terminar, con respecto al tema edad y sin saber la que tiene usted. Imagínese que su empresa decide, que este año todos los empleados canten a las puertas del centro de trabajo, un villancico navideño disfrazados de elfos duendes ¿Usted qué pensaría?.
Lo que pensaron ayer muchos niños de 1º y 2º y algunos padres.
Un saludo
Sirius&Pichón
¿Se imaginan lo entrañable que sería que todos los trabajadores cantaramos un villancico a las puertas de nuestro centro de trabajo? No se les ha podido ocurrir mejor idea. Les felicito. Favorecería las relaciones entre jefe y los empleados, mejoraría el estado de ánimo tanto de los que participan (que se lo pasarían como niños) como de los viandantes y haría que la Navidad perdiera,en la medida de lo posible, el sentido estrictamente material que tiene actualmente para convertirse en lo que realmente debería ser la Navidad.
EliminarSería espectacular llenar la ciudad de música. En calles y plazas grupitos de gente cantando o tocando. Vivimos en una ciudad con una Escuela de Música y un Conservatorio repletos de jóvenes talentos, dispuestos a demostrarle al público sus habilidades. Hagámoslo. Convertiríamos la Navidad en lo que ha sido siempre, ese cuento cargado de esperanzas e ilusiones, de deseos para que el 2015 sea el año de la salida de la crisis y el cumplimiento de todos nuestros sueños.
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